jueves, 20 de agosto de 2009

INTERCULTURALIDAD, DERECHOS HUMANOS Y GLOBALIZACIÓN

Por: Ubaldina Díaz Romero
Docente Uniatlántico.Grupo Cronotopías
Presentado en el II Foro Regional de Filosofía-Valledupar Octubre 20008.
Institución Educativa Joaquín Ochoa Maestre.

Hemos traído a este segundo Encuentro Regional de Filosofía una temática que encontramos articulada al tema general por cuanto se mueve entre las orillas que aquel tema ha trazado. Hoy más que nunca la humanidad se pregunta por los límites de los discursos universalizantes que promueven su discurso hegemónico.
Los derechos humanos son legitimados en la cultura occidental mayoritaria como el mayor triunfo de la ilustración y su desarrollo a medida que transcurre el tiempo ha sido objeto de múltiples cuestionamientos. Los marcos constitucionales han positivizado muchos de ellos y en parte esto les ha dado la relevancia y legitimidad que por algún tiempo les fue negada.
Para ampliar nuestro marco de comprensión de estas transformaciones consideramos necesario extender esta reflexión en tres direcciones: 1. Tendencias en el desarrollo de los derechos humanos. 2. Determinantes del proceso llamado globalización 3. Derechos humanos en el contexto del mundo contemporáneo.
1. Tendencias en el desarrollo de los derechos humanos.
Su emergencia histórica se sitúa en la Grecia de los siglos V y IV a.C. cuando se plantean discusiones relativas a la condición natural o convencional de los derechos humanos. De ello nos da cuenta la tragedia de Sófocles “Antígona” en la cual somos testigos del gran conflicto que ya se encuentra planteado entre las leyes naturales y los ordenamientos legales, que son de por sí de naturaleza convencional o impuestos por el gobernante. En ese debate se encuentran ya indicados los grandes temas que tendrán protagonismo durante el iusnaturalismo moderno.
Son los estoicos los que ayudan a hacer prevalecer la idea de un ordenamiento cósmico el cual da soporte y sustento al ser humano y su sistema de deberes. Ellos aportan indudablemente un gran puntal para el desarrollo de una idea de humanidad y Justicia independiente del poder del Estado.

Hasta los teóricos del iusnaturalismo moderno, que así se denomina esta tendencia que basa los derechos humanos en la idea de una ley natural, sin distingo de clases, procedencia o etnia, llega dicho pensamiento por boca de Cicerón, asociado a las ideas de dignidad y un valor relacionado con la concepción de Humanidad. Es así como tales concepciones son reelaboradas por Santo Tomás quien presenta una caracterización de la ley natural más relacionada con deberes y obligaciones que con derechos. De modo que “la ley positiva y el derecho de gentes no son sino prolongaciones o extensión de la ley natural” .
Para el siglo XVIII, los ideales de la Revolución Francesa, establecen los derechos humanos consagrados en la Declaración de los Derechos Humanos.
2. Determinantes del proceso de globalización.
El concepto de globalización tiene necesariamente un componente que proviene de la economía. Hasta el siglo XVIII, el Estado tuvo una dimensión jurídica cuyo soporte era únicamente la noción de soberanía que de desplazaba del soberano monarca al pueblo. En la configuración de los Estados modernos, se produce un tercer desplazamiento por cuanto deja de ser el marco normativo lo que sustenta al Estado para ser el modelo económico, aportado por la teoría liberal. De este modo se consolida una caracterización del modelo Estatal sustentado en el modelo económico. Las leyes ahora sirven para crear el marco de condiciones de realización de las actividades económicas. En la doctrina neoliberal se afianza soberanamente esta hegemonía y se dan los factores que hacen visible la expansión económica generada por los grandes capitales. De los capitales nacionales se pasa a los internacionales y aparecen las grandes multinacionales. Los bienes y servicios, la aparición de las grandes asociaciones de capitales impacta fuertemente la economía a nivel mundial, creando los fenómenos que hoy conocemos como mundo globalizado.
Durante la segunda mitad del siglo XIX asistimos al proceso de reconfiguración o realinderamiento de los grandes grupos económicos; al igual que las placas tectónicas que buscan la reacomodación de sus estructuras originando desastres en sus movimientos hemos sido testigos del modo como fueron cayendo instituciones cuya fuerza parecía surgir de coyunturas muy sólidas: la relación laboral por ejemplo, cede el paso a los modos out-sourcing´. El fenómeno de la tercería como frente de servicios se incrementa al paso que grandes franjas de la población se incorporan a este modo productivo, suscitando así el replanteamiento de antiguas posiciones de la teoría económica clásica. Pierde terreno la idea romántica de los modos asociativos que propician la búsqueda de los intereses colectivos. Se define apelando a los recursos empíricos, a la experiencia misma de las instituciones y de los movimientos sociales, la necesidad de repensar aspectos claves de las motivaciones que hacen posible los grupos.
La globalización no es un asunto que surja de la mano de la revolución tecnológica: Se a servido de ella a modo instrumental. Sin embargo un examen detenido de sus componente no nos puede llevar a la ilusión de recoger íntegra con una cuchara la leche derramada.-
Esta mundialización que no implica comunidad, desliza entre los grupos la ilusión de una gran atmósfera planetaria donde los intereses particulares ceden ante las necesidades colectivas. Una transformación de las costumbres que violenta los modos tradicionales de los procesos de desarrollo social y cultural.
Implica la relativización del tiempo y el espacio; hoy sabemos en tiempo real lo que sucede en las antípodas del mundo. El efecto dominó de los movimientos bursátiles afecta al mundo entero: las nacionalidades pierden consistencia y fuerza integrativa frente a la fuerza devastadora de los procesos de enrarecimiento de sus soportes: la alianza entre los grandes capitales, las reconfiguraciones territoriales producto del movimiento de los capitales financieros y los intereses dominantes incrementa inexorablemente la polaridad entre los países pobres y los países desarrollados. El mercado es e gran Dios de las operaciones. Se debilitan los contextos constitucionales internos para dar paso a la regulación de la potente moneda circulante que se traga los pesos y cruzeiros.
1. Ha surgido a partir de este proceso expansionista de los grandes capitales, la expresión fáctica de los intereses avalados por un modelo neoliberal, un sinnúmero de estrategias regulativas de la población, de las vidas privadas y personales donde encontramos los cuerpos atravesados por una serie de mediaciones insertas en las prácticas clínicas, médicas, penitenciarias, sociales y estatales cuyo fin no es otro que el ejercicio de la gubernamentalidad propicia para hacer efectivas las estrategias del biopoder. Junto a dichos procesos cuya búsqueda es la sofisticación de un arte de gobernar, donde los controles se ejercen al máximo sobre una multitud de personas libres, capaces de decidir, defensoras de los sagrados derechos y libertades constitucionales. Personas todas que aceptan de modo acrítico los dispositivos insertos a través del poder mediático, que de modo subrepticio acompaña sus cotidianas decisiones, interviniendo sus capacidades de elección en todas las escalas de la vida social, desde el ocio, hasta el trabajo,las preferencias culturales, las opciones profesionales, la elección del color del cabello y el diseño de la sonrisa. Interculturalidad y Derechos Humanos en la Globalización.
Cuando se miran de cerca los numerosos espacios en los cuales se manifiesta la dinámica globalizadora del mercado, desde las más ínfimas elecciones que realizamos al ir a un supermercado o al escoger el tipo de libros que llevaremos para la casa; como el ordenar una comida en un restaurante o escoger la película que queremos ver tendremos la oportunidad de apreciar hasta qué punto en el aspecto de las relaciones sociales, los lazos comunitarios tienden a relajarse. Esto debido a que el expansionismo comercial nos ha puesto en nuestra mesa. un desayuno que quizá tenga algún producto de marca asiática: un Cd que viene contramarcado como hecho en un remoto lugar del mundo. Un libro que difícilmente podríamos tener en nuestras manos en otras décadas – aun cuando la materia que trate no sea sino de la llamada literatura comercial-: toda esta gama de colores, sabores y texturas, proyectadas en los anuncios televisivos, las marcas de los productos de consumo, el espléndido abanico de posibilidades que tenemos a la hora de elegir, tiene un precio: tal precio es la trivialización de las costumbres identitarias, la atomización de las relaciones, las modas emergentes de variada índole, los procesos de degradación e impersonalización de los elementos simbólicos locales. Estos encuentran convergencias insospechadas con productos importados sobre todo a través de la producción mediática, generando transformaciones graduales en los modos de ser de los individuos, de los grupos y de las comunidades. La parte positiva de todo el proceso de descentramiento descrito arriba se inserta en la idea de un cosmopolitismo complejo, que reclama ser reconocido, que realiza alianzas trasnacionales. Un cosmopolitismo que aunque incipiente coloca de presente una gran realidad. Es progresiva e inevitable la transformación originada en esos espacios donde se manifiesta la interculturalidad. Es productiva pero también arriesgada esta forma de vida que nos aplaca la visión etnocéntrica pero que también a la postre puede debilitar factores tales como la cohesión social dentro de los países.
Interculturalidad difiere del multiculturalismo en que éste es una propuesta con visión futurista que busca la afirmación positiva de las diferencias pero negando así la posibilidad de un acuerdo, que cruce aquellas diferencias a partir del establecimiento de puntos comunes de interés. Cuando abordamos el complejo nicho cultural surgido de la globalización como interculturalidad, estamos dando cuenta de un acontecimiento que se despliega a lo largo del mundo. Pero nuestra cuenta no es pasiva: ella advierte la necesidad de los acuerdos que garanticen la convivencia. Ella dice de la impostergable e imperativa urgencia de intervenir a profundidad los procesos educativos para sembrar las actitudes que permitan superar las situaciones de intolerancia, de exclusión y persecución promovidas por la actitud xenófoba que advierte en cada extraño un peligro.
Una cultura vive porque es capaz de transformarse, una cultura existe porque puede reaccionar ante los estímulos acogiendo entre ellos los que mejor se acomodan a sus modos de comprender el mundo, las relaciones entre las personas, las necesidades de los humanos o seres vivos que la integran. Un cultura no se extingue al entrar en contacto con otra, si este contacto es de relación y no de sometimiento o dominación. Por tanto se hace urgente fortalecer en aras al fortalecimiento de nuestras culturas los lazos de interdependencia, hoy más que nunca cuando nos encontramos plenamente conscientes de los riesgos explícitos y potenciales que conlleva la salvaje confrontación de convicciones y principios.
Las tecnologías de la información que han venido de la mano de los grandes cambios propiciados por las leyes del mercado y la competitividad exigida a los productores nos ha llevado a comprender que si en el siglo XVIII estuvimos en el giro copernicano de la Filosofía, en el siglo XX en el giro lingüístico, hoy nos encontramos ante el giro total del planeta por cuanto ya no basta con darle un adjetivo para señalar la magnitud del cambio. Hoy nos encontramos ante la redefinición de muchos conceptos. Redefinición del mundo, de las comunicaciones, de los modos de enseñar.
Nunca olvidar que la educación como proceso, es compromiso de todos pero como proyecto forma parte esencial del proyecto político de una nación que le apuesta a la posibilidad de la consolidación de sus valores y a la perspectiva de un mañana más justo, más humano. Que lo político es consustancial al ser humano. Por tanto es parte de la actividad diaria del ser humano y se proyecta en todos y cada uno de sus espacios. Que el ciudadano tal como afirma Hanna Arendt, no es solamente el que acude a las urnas o se postula ‘para un cargo: lo es cuando integra organizaciones locales, asociaciones voluntarias, cuando remueve los desechos que han taponado el libre curso de las aguas en la calle enfrente de su casa, cuando acude ante su vecino o compañero de aulas para proponer alguna solución a un conflicto.

En el año 2000 presentábamos en el Foro Nacional de Filosofía realizado en Pereira con nuestra coequipera del CEIP en ese entonces radicado en Barranquilla y Santa Marta, una ponencia cuyo título era: “Democracia, ethos y telos de la educación”.
Se trataba de llevar la reflexión acerca de la educación, más allá de la mera sujeción a la normatividad vigente, al marco normativo estatal para generar cuestionamientos en torno a la vigencia indubitable de esta condición de la Educación de estar inmersa en la expectativa de pensarnos como nación que ha elegido un modo de convivencia proyectado en dicho marco constitucional.
En el proyecto de investigación que dio lugar a la ponencia en aquel entonces, indagábamos en torno al papel de la autonomía, como capacidad de autodeterminarse y regularse, en el ejercicio profesional del docente. Pensar en las normas como el dique de la acción puede ser productivo y creativo si hacemos elucidación de ellas y logramos distinguir sus diversos tipos, para comprender que no se quedan ellas en el contexto constitucional y jurídico. Dicho contexto lo que hace es concretar de manera positiva las aspiraciones y valores que están presentes en el imaginario sociocultural de un pueblo. Y si profundizamos el examen será posible identificar en tales aspiraciones y valores, premisas básicas, principios de alta jerarquía que a través de nuestras diversas y sistemáticas socializaciones hemos incorporado a nuestra conciencia moral, siendo ellos los que determinan nuestras elecciones.

Hace varios años supimos por Mac Luhan que “El medio es el mensaje”. La práctica pedagógica ha dejado de ser una actividad realizada por los docentes, para convertirse en escenario, en el cual entrecruzan roles actores tanto institucionales como sociales, actores cuyo perfil ha visto en las últimas décadas cómo caen a sus pies los escombros de una historia centrada en el actor docente, abriendo paso al reconocimiento del autoaprendizaje y la pertinente necesidad de pensar desde la aprendibilidad y no desde la enseñabilidad. ¿Cómo aprende hoy el ser humano? ¿cuál es la protocompetencia que hay que activar para que se realice ese ideal del pensamiento autónomo como fruto del trabajo de formación? Hoy estamos más conscientes de las valiosas oportunidades de crecimiento que nos depara cada experiencia anual con nuestros estudiantes.
La invitación para los docentes y las docentes presentes en este Encuentro Regional de Filosofía es por la introspección, por la reflexión acerca de su hacer. Por la interrogación a sus propias prácticas, a sus concepciones medulares sobre el rol de la educación en el proyecto de un país. Preguntarse por ejemplo qué tipo de ética rige mis acciones y mi modo de interactuar con la comunidad en la que vivo, podría darnos muchas luces respecto al modo como abordamos y proponemos las transformaciones en nuestra aula de clases. Podría decirnos mucho acerca de las premisas que subyacen en nuestro hacer de formadores.
En 1975 se publicó Vigilar y Castigar: en ese texto se colocó de presente la familiaridad existente entre las prácticas penitenciarias, las prácticas de monasterios y conventos, las prácticas de la confesión y el mudo oficio de la vigilancia que todo lo abarca pero que no se deja ver. La arquitectura panóptica del pensamiento engendrado en las aulas que siguen esta estructura en su aspecto físico, para estos albores de siglo ha dejado de rendir honores a Bentham y sus seguidores. Se ejerce el control y la vigilancia de modos más sutiles. En el orden de las disciplinas la escuela como escenario de la formación, cede el paso a una dimensión pluriespacial de ella: otros son los dispositivos que detonan el pensamiento abriéndolo a resignificaciones, a la reinvención del mundo. La dinámica del pensamiento, ligada desde tiempo clásicos al brazo férreo de la sucesión temporal de signos, aparece ahora libre de junturas y se expresa de modos diversos a través de formatos que impactan las estructuras rígidas del sentido.
De qué modo ha impactado esta dinámica de la sociedad de la información, de las tecnologías aplicadas a ella, el modo como discurre nuestro pensamiento?
A los embates de este gran proceso de relativización del tiempo y el espacio propiciado por los sofisticados productos tecnológicos aplicados al mundo de las comunicaciones, ha de responderse con la adecuada sofisticación de herramientas que permitan la aprehensión de resonancias quizá censuradas, de asociaciones incontestablemente ligadas al modo como discurre un pensamiento cuyo motor es la realidad cambiante. Las instancias de control pueden declarar las cotas, los límites del saber cómo. No obsta lo anterior para darle vuelo a la tensión entre los límites de lo conocido y las posibilidades del conocimiento concebido de este modo, abierto hacia regiones poco exploradas en el pasado.
Si la apuesta es responder a los retos de la sociedad de la información, si hay que formar para el siglo XXI, es urgente replantear nuestros modos de concebir estrategias y dispositivos de aprendizaje:



Barranquilla, Octubre 23/ 2008
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sábado, 6 de diciembre de 2008

Una Responsabilidad humana y estatal !

La Educación de adultos ha atravesado facetas en las que su tratamiento por parte de la sociedad ha variado sustancialmente. Hasta mediados del siglo XX, se consideraba ella como una de las versiones más modestas de los procesos o niveles de formación. Con Paulo Freire comienza a destacarse la dimensión política de la Educación. A partir de este momento en la década del 60 se hace visible la necesidad de incorporar como esenciales otros componentes de la formación a Distancia, la cual ya no se satisface por el mero aspecto acumulativo del conocimiento. La sociedad contemporánea vive procesos de aceleración y de sofisticación de la tecnología muy agudos.
Se considera que el analfabetismo tecnológico puede situarse como uno de los grandes problemas para el acceso al mundo del conocimiento que pueden llegar a tener las personas.Lo anterior significa que ha de ser compromiso de cada cual el proponerse el dominio de las tecnologias de la información. En el mundo laboral y no sólo académico, ellas serán protagonistas de procesos de desarrollo. La integración de la complejidad de factores que inciden en el aumento de la población analfabeta en muchos países, muestra que no sólo son políticas educativas lo que se ha de promover sino también políticas económicas, relaciones internacionales para poder trazar un plan medianamiente viable, proyectado a la erradicación del analfabetismo y a la consolidación de la Educación Básica como concepto relacionado con la formación de herramientas de aprendizaje que permitan permanentemente ajustarse a las demandas del cambiante mundo contemporáneo.Esta afirmación coloca de presente el gran compromiso estatal que hay con la Educación.En estos términos dicho compromiso desborda el marco del Título III de la Constitución, es decir el marco de los derechos prioritarios e individuales para insertarse en el marco de la POlítica económica del Estado.De ello se infiere la responsabilidad estatal inexcusable para la adopción de decisiones que converjan en el fortalecimiento del sistema de Educación para la Vida, entendido como el proceso de satisfacción de las necesidades básicas del aprendizaje.

Educación como tarea y compromiso estatal



Desde la Declaración de Jomtien en 1990, se ha suscitado una gran y fructífera discusión. Esta incluye la reevaluación del proceso formativo orientado a un período determinado de la vida, para ubicarlos como proceso permanente y sistemático durante toda la vida una persona.
En este sentido, las necesidades básicas de aprendizaje se visualizan ahora presentes en los sujetos desde el nacimiento y durante toda su vida. Las demandas se ponen de manifiesto tanto en niños, jóvenes y adultos de maneras diferenciadas no tan sólo según edades sino también de acuerdo a contextos socioeconómicos, políticos y culturales
Por la necesidad de la convivencia el Estado emerge como el principal responsable de la Formación para la Vida-

Las necesidades básicas de aprendizaje


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